El mito del traductor

Circulan multitud de ideas preconcebidas sobre los traductores. Aquí aclaramos algunas de ellas. Si tiene alguna otra idea a las que aquí exponemos, háganoslo saber.

  • El traductor es políglota.

«Soy traductor».
«Ah, ¿cuántos idiomas habla?»

A menudo, esta es la primera pregunta que nos suelen hacer. La idea de que el traductor habla necesariamente varias lenguas es falsa. Un traductor trabaja generalmente con un par de lenguas o tal vez dos, pero poco más. Es necesario saber que el vocabulario que el traductor debe dominar es mucho más extenso de «lo normal». Por ejemplo, un español adulto emplea habitualmente entre 4000 y 7000 palabras, entre 7000 y 10 000 si es una persona «instruida». En un campo técnico, se emplean más de 20 000 palabras. Por tanto, es necesario que el traductor conozca esta jerga, no solo en su propia lengua, sino además en la lengua extranjera. Dos lenguas son más que suficientes, ¿no le parece?

  • Soy bilingüe, puedo traducir.

Esta idea está muy extendida y es totalmente falsa. No basta con hablar una lengua extranjera para ser traductor. Porque sea capaz de redactar en español no quiere decir que sea escritor, del mismo modo que saber cortar el césped no lo convierte en paisajista. Ocurre lo mismo con la traducción. Es una profesión de pleno derecho que requiere unos estudios especializados, competencias específicas, técnicas exclusivas y un nivel de lengua que va mucho más allá del TOEIC o del TOEFL. Asimismo, requiere un gran dominio de la lengua materna, tanto de la ortografía y la gramática, como de riqueza de vocabulario y conocimiento terminológico del campo de trabajo.

  • Traducir es fácil, solo hay que reemplazar una palabra por otra.

Si fuera tan fácil, bastaría con un diccionario bilingüe para convertirse en traductor y los programas de traducción automática habrían reemplazado de manera definitiva a los traductores humanos. Sin embargo, incluso un texto muy corto pocas veces tiene una traducción palabra por palabra. No solo hay que tener en cuenta el contexto, sino también la sintaxis de los textos, ya que muchas lenguas presentan estructuras diferentes. Por ejemplo, el alemán a menudo relega el verbo al final de la frase. Si traduce palabra por palabra, su frase no tendrá ningún sentido.

  • Traductor e intérprete son lo mismo.

A menudo se confunden los dos términos y «traductor» se utiliza para todo, incluso en los medios de comunicación que nos relatan, por ejemplo, que tal Presidente se ha reunido con su homólogo de tal país en presencia de su traductor. Pues bien, ¡en realidad iba acompañado por su intérprete! En efecto, el traductor trabaja con textos escritos, mientras que el intérprete practica la lengua oral. Si bien, ambas profesiones tienen relación con las lenguas, son muy diferentes en las competencias requeridas.

– El intérprete debe ejercitar su cerebro para que trabaje rápido, memorizar las frases pronunciadas y los términos específicos para poder restituirlos al instante. Debe mostrar una excelente concentración y tener dotes para las interacciones humanas.
– Por su parte, el traductor trabaja normalmente solo y debe poseer preferentemente una excelente capacidad para la redacción. Aunque se le puede solicitar una traducción «urgente», esta no es instantánea. Por otro lado, rara vez practica la lengua oral como parte de su trabajo.

  • La traducción no lleva tiempo.

Por supuesto, todo depende de la complejidad del texto, ya sea técnico o redaccional, pero como no se trata de tomar el diccionario para reemplazar una palabra por otra, traducir un texto, comprender el contexto y restituir el sentido y el estilo requieren tiempo. De media, se considera que un traductor puede traducir entre 2000 y 2500 palabras al día.

  • Traducir no sirve de nada, ¡todo el mundo habla inglés!

Si bien el inglés es quizás la lengua más estudiada en el mundo, ¡poca gente es capaz de dominarla! En número de hablantes nativos, el inglés se encuentra en tercera posición por detrás del mandarín y el hindi. Hay que tener en cuenta el número de personas que lo estudian a escala internacional para que el inglés ocupe el primer lugar. No obstante, usted ya sabe que porque se estudie o «hable» una lengua no quiere decir que se pueda leer o comprender perfectamente el sentido de un texto.

En internet, la proporción de anglófonos tiende a bajar y en la actualidad es inferior al 30%. Además, los estudios demuestran que los internautas que acceden a una página web en su lengua materna se encuentran más cómodos, se muestran más interesados por los productos o servicios propuestos y presentan mayor tendencia a realizar compras. ¡Por tanto, resulta conveniente no limitarse únicamente al inglés!

En MYLANDRIS, la traducción es nuestra vocación y la calidad nuestra marca de fábrica. ¡Nuestro trabajo es facilitarle el suyo!